lunes, 19 de octubre de 2009

Claridad intelectual


He pensado y escrito muchas cosas sobre Carta Abierta, y ninguna amable. (Risas.) Ellos nacen como un grupo político de apoyo a un gobierno que se ve desafiado por grupos sociales en la crisis de marzo de 2008. El Gobierno hace lo que vino haciendo casi desde los inicios de su gestión, desde que inaugura el Museo de la Memoria en la ESMA: apropiarse de cierta reivindicación de la sociedad argentina, darle un uso político para legitimar una política oscura en donde el manejo de los dineros públicos es reservado, en donde hay enriquecimientos aparentemente ilícitos, en donde se organizan nuevas cúpulas oligárquicas que adquieren poder una vez que llegan al gobierno. Y todo esto es legitimado por discursos de la resistencia peronista, discursos revolucionarios al estilo cubano, discursos bolivarianos. Es decir, fueron al mercado y compraron todo lo que había de saldos setentistas. Y esto es coordinado, elaborado y justificado por gente de la cultura que trata de crear un manto de protección sobre lo que ellos estiman que es un gobierno popular y frente a lo que denominan la "nueva derecha". Se ha creado algo que llamo el "sentimiento militante", que fertiliza en la generación de la "juventud maravillosa" una vejez maravillosa en la que el sentimiento militante es volver a vivir con aquellas consignas que ayudan a soportar el paso del tiempo.

-¿Son sólo sentimientos o también implica tratar de aplicar esos contenidos que vienen del pasado?
-La revolución comunista no se da en la esquina y algo ha pasado en los últimos 35 años. Para algunos no pasó nada y se puede volver como si el camino fuera el mismo. El sentimiento militante sirve para que, sin hacer gran cosa, quizá firmando alguna solicitada, uno pueda sentir que es parte de este rejuvenecimiento, de este revival . Y la participación de esto se logra de manera muy sencilla, se logra odiando al campo, odiando a Clarín , odiando a Coto. Odiando un par de cositas muy baratas se logra lo que en otra época fue una tragedia en vida. Es algo que impermeabiliza a ciertos sectores de la cultura, principalmente porteña, gente de Ciencias Sociales, de las facultades, alguna gente de teatro, alguna gente de los medios... Eso permite todo este tipo de ideologismo que poco tiene que ver con aquello que le puede dar al país un futuro que sea un poco distinto del pasado y un poco distinto también del presente.

-Usted seguramente cree que este gobierno nunca fue progresista.
-No creo en esas etiquetas, cuando uno dice que ése es de derecha y el otro es progresista. Creo más en algo que dice "Pepe" Mujica, el candidato a presidente de Uruguay: nos tenemos que juntar en base a una idealidad común y no en base a ideologías, como antes. ¿Qué es una idealidad? Tiene que ver con ciertos valores y ciertos modos de hacer, no con ciertos modos de discursear. No me importa la palabra progresista. ¿Qué se hace con eso si hay un gobierno que no tiene una sola denuncia por corrupción en veinte años de intendencia, como en Rosario? Pero si veo un gobierno que se da un beso con Evo Morales y, al mismo tiempo, desaparecen 1000 millones de dólares de Santa Cruz, no es progresista, es otra cosa. Es una estafa. Y estamos viviendo tiempos de estafas ideológicas, no de decadencia de valores.

-Usted es un hombre muy mediático. ¿Dónde se ubica en el debate sobre la nueva ley de medios?
-Es parte de la estafa. Todo el mundo sabe por qué. Casi todo el mundo sabía lo que pasaba durante la dictadura, casi todo el mundo sabía que había desaparecidos Todo el mundo sabía que [Carlos] Menem era corrupto y lo votaron igual en 1995, casi con el 60 por ciento. Y todo el mundo sabe que Kirchner se está vengando y que quiere destruir un aparato que rompió el pacto con él, que es el grupo Clarín. Todo el mundo decía: "No tienen vergüenza los de Clarín de sacar estos titulares a favor de Kirchner". Pero era inevitable romper el pacto salvo que el grupo Clarín quisiera quedarse sin avisadores, sin lectores, sin oyentes, sin televidentes, cuando había medio país levantado en las rutas. Yo soy un ciudadano común: leo el diario, escucho radio, veo televisión y navego por Internet. Que me digan que yo viví bajo un monopolio no es sólo faltarme el respeto a mí y a millones, porque prendo la radio a las 6 de la mañana y empiezo con la emisora de las Madres de Plaza de Mayo, y después lo escucho a [Luis] D´Elía, y después a Magdalena [Ruiz Guiñazú], y luego a [Ernesto] Tenembaum y sigo hasta Chiche [Gelblung]. ¿De qué monopolio estamos hablando? ¿Que Clarín tenía un peso excesivo? Sí, gracias a Kirchner. ¿Por qué le regalaron el cable? No tengo la menor idea. No me cabe duda de que Clarín ocupa una porción importante de la torta, pero, ¿para qué hay una ley de defensa de la competencia? Se puede regular el mundo mediático como se debería hacer con las fábricas de galletitas. ¿O sólo hay un peso excesivo en el mundo de los medios? Todo esto es para embarrar la cancha con el fin de hacerse de un beneficio. ¿Cuál? El de siempre: ocupar más lugares de poder económico y político por parte de esta nueva oligarquía kirchnerista.

Para guardar en el archivo. Muchos de estos conceptos coinciden con algunos de los post publicados en este espacio. La gran diferencia es que, Tomás Abraham es un profesional de la idea y la palabra. No conozco a Binner lo suficiente como para coincidir, pero debo decir que esta entrevista vale la pena.

No hay comentarios: