viernes, 3 de abril de 2009

El porqué del fenómeno Alfonsín


"Al contrario, A Alfonsín lo combatí. La confesión, entre las exaltaciones laudatorias, adquiere la tonalidad de la impertinencia. ¿Por qué estoy tan triste, entonces, por la muerte de Alfonsín? Acaso porque desaparece el último político al que, en todo caso, valía la pena oponerse. Tenía, al menos, ideas. Y avanzaba con ellas. Atropellaba.
Primero desde la revista “Libre”, en 1984. Después desde la pendiente personal de “El Informador”, en 1987, como periodista fui excesivamente crítico con su gobierno. De más. Con lo dificultoso que era oponerse, en la época, a Alfonsín. Aquel que lo intentara, entre el 84 y el 86, debía penetrar, sin suerte, el riesgo de la sospecha. Recibía el mote, casi extorsivo, de “desestabilizador”. O, directamente, de ”golpista”.
En los textos, solía llamarlo, a Alfonsín, El Providencial. Los amigos memoriosos aún festejan la chicana permanente que utilizaba de acápite:
“Esto se derrumba”. Dante.
Referencia inequívoca hacia el recursivo Dante Alighieri. Pero se trataba, en realidad, del vaticinio cotidiano del amigo Dante Loss. Que solía repetirlo en el Florida Garden. Hasta que “esto”, o sea el alfonsinismo, se “derrumbó”. Entre las llamas de la hiperinflación que consumía el voluntarismo de la retórica. Ante el descreimiento generalizado. La condena del desprestigio que se mantuvo inalterable. Hasta, acaso, el “providencial” accidente automovilístico. Fue en las proximidades de un pueblo del sur. La Argentina es adicta al virus cíclico de la revaloración."

Hasta ahora, lo mejor que leí sobre Alfonsín, su muerte y el porqué del movimiento social

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