lunes, 9 de marzo de 2009

Ensayo sobre la gota del aire acondicionado

No hay mayor placer que caminar por el centro de la ciudad Autónoma de Buenos Aires en verano. Los árboles con sus hojas verdes, las flores, las niñas con ropa ligera y...la lluvia de los equipos de aire acondicionado.

Algunos propietarios se apiadaron de los pobres peatones y pusieron en los equipos un conducto que desemboca en el cordón de la vereda o en algún recipiente plástico. Estos son los menos.

En general, la lluvia o gotas, de grosores diferentes, tienden a caer en nuestra cabeza o ropa. Sobre todo cuando está recién planchada. Claro que, el agua puede estar acompañada de óxido, suciedad o cualquier tipo de elemento que el silencioso líquido adquiera durante su traslado. Eso hace más divertido e interesante la caminata, porque uno nunca sabe que le puede otorgar el destino. Como la lotería ¿vio?

En otros casos, lo que chorrea por la pared, se deposita en la vereda y en especial, en los pozos y roturas que ella tiene. Los charcos incrementan su tamaño en función de la temperatura reinante y de los días previos. Es una manera práctica de "sentir" y "conocer" la meteorología actual y la pasada. Como una reafirmación de las afamadas Ley de Murphy, en general, dichos charcos se acumulan en veredas angostas y con limitación de paso, lo que obliga al cansado transeunte a mojarse los zapatos.

Ahora bien, como normalmente estos equipos están instalados sobre las aceras, da la casualidad (o estará hecho en forma adrede para jodernos más) que la distancia que las separa de la pared, hace que por pocos centímetros el agua caiga casi en el centro de donde circulamos. Por lo tanto, si tenemos la dicha de poder bajarnos a la calle para no salpicarnos, la algarabía es doble. Claro que, para ello, debemos tener el preaviso del charco ya citado. Caso contrario, cuando recibamos la salpicada, ya será tarde.

La gente, ya alertada -supongo de tanto mojarse y ensuciarse- trata de ocupar los espacios vacíos (¡oh sorpresa! principio coincidente con una ley física y del futbol) para esquivar lo que llega de arriba. Lo impresionante es ver a la gente que viene caminado de uno y otro sentido, haciendo malabarismos, acelerando y desacelerando su paso, para no ser bendecido. Todo un arte. Hasta el de sillas de ruedas y el de la muleta, se enfrentan para ganar terreno. ¿Será esta la famosa igualdad ante la ley como le dicen?

En fin. Por eso, mis amigos se ríen cuando salgo con el paragüas en la mano. Siempre les digo:"estimados, con 38°C y tanta humedad por delante, seguro que en Buenos Aires, está lloviendo"

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